Funny Valentine

Ignacio Valiente
4 min readJan 2, 2021

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Ahí viene tu ex. Temiste este momento durante años. Lo imaginaste muchas veces, de muchas maneras distintas, para entrenarte en la incomodidad. Y bien: acá estamos. En la misma fiesta, rodeados por amigos en común. ¿Es tan terrible?

Esperabas que el reencuentro fuese como en las películas. Hay muchas dedicadas al tema. Canciones, miles. Publicidades, cientos de miles. Chistes, millones. Rutinas de stand-up, las suficientes como para ir de la risa al bostezo.

Tu ex hacía stand-up. Fuiste a su debut y al par de shows que llegó a dar antes de que se separaran. Porque siempre estuviste. Al pie del cañón, ¿no es cierto? Cada vez que escuchás esa expresión, te imaginás a algún personaje animado de la Warner parado en el aire; el borde del risco varios metros atrás, el acantilado allá abajo, profundo, interminable. Acompañar a tu ex se sentía un poco así. Era raro escuchar cómo se burlaba, desde el escenario, de los paralíticos y de los débiles mentales, de los pobres y de los extranjeros, de la familia y de la religión. Justo tu ex, que decía practicar, comillas, la empatía, y tomaba café en una taza con el eslogan +AMORxFAVOR. Justo tu ex, que se indignaba tan fácil con las anécdotas que contaban tus colegas cuando se juntaban a cenar en tu casa. Anécdotas acerca de sus parejas y ex parejas. Los malentendidos cotidianos. Los dramas que, con el tiempo, se convierten en bromas.

¿Qué te atrajo de tu ex, en primer lugar? La pregunta surge como una burbuja, plop, mientras tu ex se acerca. Se conocieron en la facultad. Habían coincidido en una materia aburridísima. Tu ex tenía la teoría de que, cuanto más largo el nombre de una materia, más impreciso su contenido. Te reíste porque era verdad. Y porque te gustaba tu ex, que todavía no era tu ex, ni tu actual, ni nada. Te gustaba la simpleza provinciana de tu ex. Había algo enternecedor en la inocencia con que había llegado del Interior, creyéndose que iba a comerse la gran ciudad. Semana por medio, se tomaba un tren para ir a visitar a su familia. Te llevó una vez. Te presentó. Gente simple e inofensiva. Pero viste en ellos un fantasma del futuro y no fue agradable. Desde entonces, los evitaste tanto como fuiste capaz.

Tu ex tenía un trabajo de medio tiempo en un local del shopping del Abasto. Accesorios para computadoras y celulares. Tu ex se esforzaba. Trabajaba sábados y domingos y feriados. Ahorraba cada peso. Cuando salía con vos, pagaban a medias. Y vos dale, okey. Tu ex compraba su ropa interior en el supermercado. Tu ex subsistía a fideos con manteca. Tu ex prendía el calefón con fósforos ya quemados. En una ocasión, tu ex ganó un sorteo auspiciado por una marca de ropa deportiva, y vendió el premio en MercadoLibre para sacarle tres meses de ventaja al alquiler. Sí, el monoambiente en Lugano.

Las cosas con tu ex no funcionaron. Mala suerte. Puede fallar. Una noche, después de su número humorístico, apenas se subieron al auto, te preguntó si daba para seguir, y fue como si te hubiera leído el pensamiento. No fue necesario agregar nada más. Consideraron la amistad como próxima etapa. Pero te diste cuenta de que no era posible. Se alejaron, etcétera.

Tu ex, por fin, te saluda. Le devolvés el saludo. Todo normal.

Mientras te está hablando, observás su aspecto. Tu ex no engordó ni adelgazó. Se viste mejor, es cierto. Parece que le va bien. Te lo confirma con su relato: se recibió, viajó por Estados Unidos y Europa, trabaja para una firma importante y está por casarse. Dejó el stand-up, gracias a Dios. Te alegrás. Le preguntás por su pareja. Allá está, te responde, señalando un rincón demasiado tumultuoso para distinguir a nadie.

Con la mano que luce su anillo de compromiso, tu ex sostiene una copa. Agua mineral. Le preguntás si no probó el malbec. Te responde que sí. Una porquería, agrega: demasiado ásperos los taninos. Pasa a contarte, entonces, acerca de las catas de vino a las que suele concurrir. Nombra bodegas de alta gama, restaurantes exclusivos, estancias donde las mujeres visten todas de blanco y los tipos usan mocasines y buzo atado a los hombros. El sábado estuvimos en la estancia de los Costa-Picasso, te dice. Como si fuese tu deber saber quiénes son los Costa-Picasso. Como si estuvieras en falta por no saberlo.

Recién ahora reparás en el nuevo acento de tu ex, adquirido mitad por contagio y mitad por empeño. Despuntan, cada tanto, algunas palabras en inglés.

Si viajás a París, el Barrio Latino es un must.

Con mi funny Valentine estamos planeando armar nuestro propio emprendimiento de winery.

La fiesta de hoy se escribe con F mayúscula, F de fucking fabulous.

Acá está tu ex. Tu ex, que compraba su ropa interior en el supermercado y subsistía a fideos con manteca.

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Ignacio Valiente

Autor de "Las grandes ligas" (La Crujía, 2023) y "Parientes lejanos" (Bombal, 2023).